Obras

Navegando en el río del tiempo

Navegando en el río del tiempo

Viajes a los Principios Herméticos

En la actualidad estoy inmerso en la redacción de unos viajes que empezaron en Septiembre de 2003. Con ellos me redimí ante las texturas de la vibración eterna. Las presentí desde su comienzo porque llegué al código que hace latir cada instante en el que estamos. Tuve delante, para mi sorpresa, la escala de la sabiduría, la roca sobre la que se sostiene el sentido de todo. Entendí más empleando menos.
Las primeras palabras con las que introduzco esta experiencia, aquellas que presentan la ensalada original que fuimos masticando en sus trayectos que, además, iban a toda prisa, digo lo siguiente:

"Los acontecimientos que narraré son para los que experimentan los salpullidos de la pasión y entienden que las anécdotas se entrelazan para indicarnos señales contundentes. Con esa consideración, con ese brote verde de apasionada mentalidad, cinco personas fuimos localizados y reagrupados con una misión: recuperar los siete principios herméticos descritos en El Kybalion".

Y se cumplió. Acertamos las quinielas porque restituimos cada uno de ellos. Emergieron como uvas maduras, como los racimos que esperan ser cortados para exprimirles el elixir, el contenido que inunda el paladar exquisito. Atrapamos matices sellados y guardados en la tierra y en el mismo aire. Incluso los pescamos, y nunca mejor dicho, del fondo de un océano. También, entre coloridos de esperanza, en medio de un magma arrollador o entre instantes de desespero y desolación.

Respetando ritmos y tiempos conjugamos la audacia, el talento, la frescura y la alta tecnología repleta de magia para adivinar, descubrir y viajar a los puntos neurálgicos donde el destino tenía retenido lo que necesitamos saber y aplicar.

"Conformamos un equipo de cinco personas, dos mujeres y tres hombres, agrupados y comprometidos en la tarea de extraer en las entrañas del tiempo siete componentes universales. Una deidad egipcia, Thot, los moldeó para el entendimiento común. Hizo una figura en plastilina de la misma creación y los puso como los orígenes que lo sustentan todo".

Agradezco a mis compañeros de la expedición por el río del tiempo cada sobrecogedor instante que vivimos codo a codo. Correspondo con agrado a su pasión contándolo, porque en todo momento afinaron la inquietud hacia lo que nos pidieron que lográramos, y ante los instantes delicados o abrumados de responsabilidad, jamás perdieron de vista el objetivo.
Les dedico cada página por los que corretean sin parar, escalando los enigmas, trepando entre átomos, desdoblando energía para desaparecer y seguir estando.

Recuerdo nuestro pacto de jamás cambiar un pelo de sitio y permanecer como los vigías de un faro que señala el rumbo al mismo corazón humano. Nunca se abandonó esa atalaya de la observación. Un recuerdo a aquel atardecer, era miércoles, donde nos detuvimos a leer una sutil poesia antes de invertir el mecanismo de nuestra biología. Mi admiración hermanos por los meses de travesía, navegantes de ríos.

"En todo momento estuvimos dispuestos a lograrlo y, desde el primer intento, fuimos un gran equipo diseñado para alcanzar cada coordenada. Salimos a flote atrapando uno a uno los siete principios del hermetismo, los cazamos al vuelo, en un plis-plas".

Nada es mio ni nuestro.
Solo localizamos las fuentes,
los recóndidos momentos de la historia
que los ha mantenido sellados
para devolverlo al conjunto,
a todos, a hoy.