Agradezco a la musa de todas las musas tanta inspiración y sonrío a las palabras que me han persiguido una tras otra; también agradezco las pausas que han existido y a los huecos llenos de intuición, a los desconciertos que aparecieron y a las lucideces que me visitaron, siempre en crescendo.
He escrito con el bolígrafo y siempre sobre la vida inquieta, pero con otra sonoridad. No ha sido transpasando la puerta, sino colándome por la ventana; por el cuadrado abierto de par en par que existe en la imaginación. Al entrar, me he quedado con un poco de lo de cada uno, como si fuera un ladrón de estelas; después, a cada señal celeste les he prendido fuego para alumbrarme.
Hoy, doy las gracias a los dioses de por aquí por haberme atrevido ha escribir de lo de por allí. Al hacerlo, he contado sin límites lo que persigo tarde tras tarde: que la vida, la que uno tiene, siempre puede ser más creativa.
